26 de octubre de 2009

“BANDERILLEROS: LOS NIEGAN, LOS OCULTAN... PERO HABLAN.”

Lunes, 12 de Octubre de 2009 10:53
Javier Oscar Villalba vive en Marcelino Escalada, Santa Fe, pero enseguida aclara que trabajaba en otras localidades. Hoy tiene 24 años y a los 17 años empezó a trabajar de “banderillero”.
Cuenta que con su padre comenzaban a las nueve de la mañana, y “hasta la hora que fuera necesaria”, por 10 centavos la hectárea. El campo no es necesariamente la imagen que el mismo campo reproduce de si mismo en los medios. En el campo hay un repetido escenario de la explotación de la pobreza entre otros males. Y con la llamada frontera agropecuaria que no es ni más ni menos que la colonización, los ricos aparecen más ricos y los pobres más pobres.
Cuando llovía no trabajábamos, también se tenía en cuenta el viento pero igual en el remolino, desde el “mosquito” el veneno nos salpicaba hasta en la cara” me dice Javier
Muchos chicos como Javier trabajan en el campo como banderilleros. Parados a los costados del paso de la máquina fumigadora indican por donde tienen que pasar. Paradójicamente a estas máquinas se las llama mosquitos porque se parece al insecto que el glifosato también acabará.
Javier cuenta con naturalidad que comían y tomaban agua al lado del mosquito y que en ese campo nunca fumigaban con avioneta.
¿No les daban ninguna protección?
Nada. Trabajábamos sin ningún tipo de protección, ni guantes, ni máscara, ni nada. Una vez le pedí al patrón un barbijo pero jamás me lo dio”
Las condiciones duras del trabajo salen disparadas. “Mi papá y yo caminábamos por el sembrado, hasta llegar a unos 50 metros del mosquito, para “marcar, de ahí nos pasaba al lado fumigando, no tenía que quedar nada seco.
¿También manejabas el mosquito?
“No, a veces viajábamos arriba del tanque, nada más, pero lo que sí hacíamos era cargar los bidones y llenábamos el tanque con Round Up mezclado con Cipermetrina”
“¿Recordás para quién trabajabas?
“Si, para la empresa FAGAGRO”
Dicha empresa figura en la web del INASE sancionada por Asuntos Jurídicos, Ley 20.247 artículo 35, de Semillas y Creaciones Fitogenéticas.
Javier dejó de hacer ése trabajo y hoy hace changas de albañil. El contacto con los tóxicos dejó huellas. Su padre sufre problemas de estómago, sin tratar y un amigo perdió todo el pelo, por problemas de salud. A Javier lo van a operar de un “tumorcito” en un ojo y que tiene salpullidos constantes en la espalda y detrás de las orejas, que no sanan. El “tumorcito” como el lo llama, es como una verruga que va creciendo en su ojo..
Se me hace un nudo en la garganta y siento tristeza. Me dice que es un gusto ayudar y colaborar y que hubiera querido seguir estudiando. Con esas palabras recordé mi pueblo.
Otra persona que trabajó de banderillero vive en Cacique Ariacaiquin. El pueblo está a una media hora de La Criolla. Intentamos llegar pero las calles de tierra y la lluvia no nos dejan avanzar con la chata que se resiste. Allí está la Secundaria Nº 1359. Llamamos unas cuatro veces a la escuela donde estudia. Nunca lo contactamos, lo negaron siempre. La directora tienen miedo, no quiere que se involucre a la escuela, el joven no quiere hablar, la familia dice que nunca fue banderillero porque sufre de un pulmón, solo fue una broma mal contada. Las historias mal contadas dejan dudas nos prometemos volver.
Otro es el caso de Humberto Miguel Lencina que vive en el Barrio Santa Rosa, de La Criolla. Comenzó el trabajo de banderillero a los 22 años y hoy tiene 25. Nos cuenta que sus jornadas comenzaban a las siete de la mañana y finalizaban a veces a las nueve de la noche. A cambio recibía $30 de jornal.
Como Humberto Javier también trabajaba sin protección alguna y tambièn cargaba el mosquito. “Usábamos Glifosato, Endosulfán y Cipermetrina, en la mayoría de los casos juntos, acá le dicen cóctel.
¿Comían en el lugar?
No nos daban de comer en toda la jornada, solo un poco de agua en algunos casos ,si había plantas de citrus, naranja o pomelo cerca ,ése era nuestro almuerzo.”
Nos relata que una vez tuvieron la rotura de una manguera, la cual lo bañó con el líquido del veneno para fumigar y tuvo que terminar la jornada con la misma ropa, que se secó sobre su piel.
Muchas veces, dice,” el maquinista en horas de la noche, no nos veía, y con los brazos del aparato, terminaba pulverizándonos encima”. Humberto hoy sufre de alergias y fuertes dolores de cabeza constantes, sin tratar .
Martín Villalba, espera su turno para hablar. También vive en el Barrio Santa Rosa y fue compañero de equipo de Humberto en las fumigaciones. Trabajó hasta la cosecha pasada Hoy tiene 22 años y es banderillero desde los 19. .
Martín también está enfermo. Sufre muchos problemas hepáticos “sin tratar”. El drama de los chicos que son empleados en campos de soja es la cara de una actividad sumamente aberrante. Los niños-bandera están atados al círculo de la pobreza, ese lugar que no ve nadie.

Fuente : Asociación Argentina de Periodistas Ambientales

Entrevistas realizadas por:
Dra Graciela Gomez,”Ecos de Romang”
y Oscar Brasca, “Autoconvocados de La Criolla”.

Link:
http://www.medioymedio.com.ar/informes-especiales/1121-banderilleros-los-niegan-los-ocultan-pero-hablan.html

22 de octubre de 2009

La SALUD esta ENFERMA en SANTIAGO DEL ESTERO

Esto ocurrió, ocurre, y si NO NOS SUMAMOS... volverá a ocurrir.
Por eso decimos a viva voz:
"LA SALUD ESTA ENFERMA EN SANTIAGO DEL ESTERO"
Médicos, enfermeras y todos aquellas personas que hacen el diario, sostenido y esforzado servicio de los hospitales y UPAS de TODA ÉSTA PROVINCIA, marchan autoconvocándose hacia el Ministerio de Salud y Casa de Gobierno.
Los gremios que representan a los trabajadores de la salud, no han dado ninguna muestra ni siquiera de solidaridad, porque no tienen capacidad para encontrar soluciones.
Tampoco los medios han hecho mención de ésta como de las otras marchas que permanentemente vemos por la Av.Belgrano.
Tal vez sean las nuevas "Marchas del Silencio" porque el gobierno hace callar a todo aquel que alce su voz en lo que no le sea conveniente.
Los Autoconvocados de la Salúd Pública sólo piden una mejora salarial, que hace más de 10 años que no llega.
Ellos no piden por los insumos hospitalarios que faltan.
Ellos no piden por las drogas para los enfermos de cáncer y HIV.
Tampoco por la falta de personal y por los 2000 puestos que el gobieno tiene para cubrir.
Solo una mejora para que esos trabajadores no deban emplearse en otros sanatorios o clínicas, con una sumada carga horaria que desgasta y estresa.
Para que el 65% del personal deje de trabajar en "negro" y todos los contratos pasen a Planta Permanente, terminando con la precariedad laboral y sin obra social.
Para que sus hijos puedan seguir una carrera.
Para que les alcance para comer.
Una mejora para vivir un poco mejor.
La salud está enferma y la peste hace su guardia.
¡Súmate!
Todo lo que hagamos por mejorar la salud de éste sistema, nos servirá para que un día de estos no nos golpeemos el pecho, y mirando hacia arriba exclamemos
¡Dios mío! ¡Qué temprano se nos hizo para que sea demasiado tarde..!
La Dra. Carolina Tarchini, es una víctima más de la desidia, el olvido y la indiferencia de quienes nos gobiernan.

Con los dientes apretados para evitar las lágrimas debemos contar a quien nos quiera oir, que hace unas horas murió una jóven Médica del Hospital Regional producto de la GRIPE A.
Carolina Tarchini, embarazada de 2 meses, con los sueños truncados por un Sistema de Salud que no nos cuida a los que cotidianamente cuidan a otros, porque sentimos en lo profundo del alma, el compromiso con nuestro pueblo empobrecido, ese que va a los hospitales vacios de insumos, vacíos del compromiso de Ministros de Salud que creen que cumplen su rol persiguiendo a trabajadores que queremos salarios dignos, que queremos dejar de ser trabajadores en negro.
Carolina Tarchini y su bebé fueron víctimas de este Sistema.
Ella era una trabajadora con Contrato de Locación, que trabajaba con barbijo si había, én un Hospital, el principal de nuestra provincia, que superexplota a su personal, que en la Pandemia de Gripe A no les reconoció horas extras al personal que trabajó estoicamente, que debe elegir qué enfermo Oncológico tiene mas chances de vivir, porque el Ministerio no paga los tratamientos de todos.
Los que conocieron a la Dra. Carolina Tarchini, contaban de su amor al atender a los níños con técnicas que los invitaban a jugar, con la ternura de aquellos que estudian, se perfeccionan para aliviar no solo los dolores físicos, sino las ausencias del corazón, de la pobreza, de la indiferencia.
La muerte de la Dra. Tarchini no puede ser olvidada.
Nos muestra las condiciones en las que trabajan en los hospitales publicos.
A ella le pasó lo mismo que a las enfermeras de Tucumán, y tantos otros trabajadores de la Salud.
Hoy mas que nunca que su muerte no sea en vano.
Que no vengan los funcionarios a expresar sus cínicas condolencias.
Sabemos que no les importa el destino de este pedazo de Patria.
No les duele la miseria que a diario ven los que trabajan en las trincheras de UPAS, POSTAS, HOSPITALES.
No les importa!